La espelta es una subespecie del trigo que tiene miles de años de antigüedad, a pesar de ello es una variedad por muchos desconocida aunque en la última década, su popularidad ha ido en aumento gracias a sus cualidades nutricionales y gastronómicas.
Se cree que este cereal es originario de la región iraní y del sureste de Europa. Su cultivo se extendió desde Oriente, en la Edad de Bronce, a través de los Balcanes, de Europa y del Cáucaso. En la Edad Media era de consumo habitual entre las clases más ricas pero ya en el s.XIX su cultivo fue decreciendo progresivamente, hasta el punto de desaparecer, debido a su bajo rendimiento productivo. Actualmente, los principales países productores son Alemania y Suiza.
A diferencia del trigo común, la espelta posee una cáscara más difícil de eliminar antes de la molienda (de ahí también el descenso de su producción y su coste más elevado en el mercado) pero con un mayor contenido de proteinas, carbohidratos, vitaminas, minerales y fibra. La particularidad de esta cáscara favorece también la germinación a la vez que protege al grano de los contaminantes del suelo e insectos. Todo ésto permite prescindir de pesticidas y fertilizantes, lo que la convierte en un producto perfecto para la agricultura ecológica.
En la cocina, se utiliza para elaborar pan, galletas, harinas, cerveza, copos, pasta y sémolas como el cous-cous. En forma de germinados se multiplican sus nutrientes. Tiene así un sabor ligeramente dulzón muy agradable.
Mi primer contacto con la espelta fue en el
Forn Boix, para mí una de las mejores panaderías de Barcelona, en forma de magdalenas con chocolate.
¿Qué mejor que una receta de las mismas para daros a conocer la espelta en lovefood?
Os dejo ingredientes y preparación para unas 12 magdalenas aprox.