Bundt cake con nueces y pepitas de chocolate



Una vez pasado el atracón navideño, acabados los turrones, mantecados, panettones, roscones etc…y cuando te has hecho el propósito de no volver a comer un dulce en meses, alguien de tu familia te mira con cara famélica y te pregunta ¿Es que no hay nada dulce…?
Esa frase tan inocente es la señal para despertarte de tu cortísimo letargo repostero y volver a la harina, la mantequilla y las levaduras para que los tuyos tengan algo que mojar en la leche…

Y este es el resultado, un delicioso bizcocho de masa batida con nueces y trocitos de chocolate y un glaseado de leche y jarabe de arce…sencillo y riquísimo!
Es importante que tengáis la mantequilla y los huevos a temperatura ambiente, ya que si los huevos están fríos, la masa se cortará al añadir los huevos. Si os pasa eso, lo podéis arreglar poniendo el bol con la masa al baño maría y seguir batiendo hasta que esté ligada.


Poner en el bol de la amasadora la mantequilla y el azúcar y batir con las varillas hasta que esté bien lisa y cremosa.

Sin dejar de batir, añadir una cuarta parte de los huevos ligeramente batidos, cuando estén bien incorporados, verter otra cuarta parte, seguir así hasta incorporar todos los huevos y tener una masa lisa y cremosa. Añadir el coñac y mezclar bien. Tamizar la harina con la levadura, añadirla a la masa y mezclar bien con una espátula.

Añadir las nueces troceadas y los trocitos de chocolate, mezclar bien. Verter la mezcla en un molde engrasado y alisar la superficie.
Hornear a 180º durante unos 45/50 minutos. Probar si está hecho introduciendo una aguja larga en el bizcocho, debe salir limpia.
Sacar el bizcocho del horno y esperar 10 minutos, pasado este tiempo, desmoldarlo y dejarlo enfriar en una rejilla.
Para el glaseado, mezclar dos tazas de azúcar glas con unas tres cucharadas de leche templada y dos cucharaditas de sirope de arce, batir hasta que se disuelva el azúcar y se haga una pasta con una consistencia como de miel. Las cantidades son aproximadas porque yo lo hago a ojo, añadiendo más azúcar o más líquido según esté más o menos espeso.
Verter el glaseado sobre el bizcocho puesto sobre la rejilla. Poner un papel de horno debajo para recuperar el glaseado que caiga. Dejar reposar hasta que el glaseado endurezca.

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