No eres tú, soy yo…

Hace apenas un par de horas que he llegado del concierto de Standstill en La Casa Encendida. Y además de haber sido maravilloso, tengo que reconocer que me ha “trastornado” en cierta manera.

No sé muy bien cómo explicar qué me ha sucedido, pero voy a intentarlo…

… Lo cierto es que lo primero que me ha venido a la cabeza cuando me he parado a pensar en ello ha sido que llevo unos días blandita y que para mi la música tiene el poder de hacerme vibrar en todos los sentidos. Sin embargo, y pensándolo un poco mejor, he sido consciente de que otro de los factores clave ha sido la secuencia de canciones que ha ido interpretando el grupo a lo largo de la hora y cuarto aproximadamente. Sobre todo, porque parecía que estaban dedicadas a mi.

Supongo que habréis tenido esta sensación alguna vez y que sabréis de lo que os hablo. Es decir, es como la percepción de que el grupo que estás contemplando en ese momento te conoce y canta para ti. E inmediatamente, me ha asaltado la típica frase (muy argentina, por cierto): “no eres tú, soy yo”, en referencia a las cosas tan diferentes que sentimos las personas cuando, por ejemplo, nos encontramos contemplando una misma situación, en el mismo lugar y a la misma hora. Y es que a pesar de compartir un “mismo escenario”… las sensaciones y los sentimientos muchas veces son opuestos. Y eso es algo muy curioso.

De hecho, esta tarde, mientras yo estaba con las pupilas dilatadas como un gato en la oscuridad y el corazón me iba a mil por hora… otro amigo al que casualmente me he encontrado y que también estaba viendo el mismo espectáculo que yo, ha permanecido impávido, con las emociones controladas y sin rastro de los “estragos” que me han invadido a mi. Y está bien así. No se trata de qué es mejor o peor. Simplemente constato las diferencias, que se dan por las vivencias de cada uno, por el momento vital actual, por el nivel de sensibilidad y por la capacidad también de emocionarnos…

Y todo esto también me ha dado pie a pensar en temas más profundos como son nuestras expectativas sobre la vida y sobre las personas que forman parte de ella… Y bueno, sin correr el riesgo de ponerme excesivamente intensa y de enredar más la madeja… he vuelto a llegar a la conclusión de que tratar de comprender lo que sienten los otros respecto a nosotros y actuar como si tuviésemos una bola de cristal, para poder predecir qué es lo que nos va a pasar y de esta manera poder amortiguar los golpes… es un ejercicio bastante inútil. Y lo digo con conocimiento de causa… Sobre todo porque aunque “jugar a ser Dioses” para controlar lo imprevisto es algo intrínseco al ser humano, es una práctica poco plausible y aproximarnos a ella solo nos conduce a un bucle sin fin.

Sin más, y tras esta pequeña reflexión sobre mi “zarandeo emocional post concierto” os invito a que les veáis en directo. Canela fina.

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