Un mundo aparte



Naturalidad, frescura, descaro, llaneza, incluso desvergüenza y claridad. Adjetivos que parecían olvidados en un mundo repleto de miradas por encima de los hombros y falsas sonrisas, repasos de arriba a bajo analizando cada detalle del outfitmás estudiado de la semana. Ya no recordaba la última fiesta en la que no me escondía de la cámara por no ir lo suficientemente “decente”, ya caía muy lejos la última vez en la que perdía la timidez en un entorno público para dar paso al chico en pijama, ese que habla sin pensar, dice lo que siente sin miedo a exponerse. El contexto jugó a mi favor, no todos los días se juntan el pan y el hambre. A pesar de todo sigo temiendo esos excesos de libre albedrío, sigo evitando ser demasiado transparente y me sigue asustando la posible lanza del dolor; pues no podemos vivir con un escudo siempre puesto y poco a poco aprendo a desnudarme sin ponerme rojo al notar una mirada en mí. Día a día regresa el chico natural, fresco y descarado, sin prisas por si resbalo entre risas desconocidas, separando cada vez de forma más definida lo real de lo ideal.






Besos cabareteros,

Marc
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