Ana

BATIBURRILLO DOMINGUERO: MEJOR NO TOMAR ATAJOS

Cuando una es habilidosa se cree todopoderosa. Qué gran error creer que se puede con cualquier chapuza.Por algo hay fontaneros, carpinteros, pintores, albañiles y manitas profesionales.

He vivido sola muchos años y nunca he pedido ayuda a la hora de montar un mueble, colgar estanterías y cuadros, pintar las paredes…

Cuando vivía en mi casa amarilla, sola en Madrid, no tenía pareja y pocos amigos. Entonces bromeaba diciendo que con mi caja de herramientas y mi blackberry no necesitaba ayuda de nadie!

Pero esta semana he aprendido una importante lección: información no es igual a habilidad. A menudo caemos en la trampa de pensar que buscando cómo se hace algo, ya sabemos hacerlo.

Ay, pero ahí estamos menospreciando la experiencia y eso es un grave error.

Hace un mes decidí que ya no podía seguir viviendo en una casa con puertas marrones y manillas doradas. Ni un día más, esto tenía que solucionarlo. Yo soy así de impulsiva. Llevo tres años en esta casa y de repente un día esas puertas empezaron a darme urticaria. Tenían que desaparecer de mi vida.

Busqué en internet y leí cómo otros habían pintando sus puertas en plan casero y no parecía tan difícil.

Me fui a una tienda de bricolaje y volví cargada de instrumental.

Ahí estábamos las dos, desafiantes:

-De un lado, la puerta marrón. Con sus molduras redondeadas y su ostentoso pomo dorado con volutas. Ella estaba apoyada por sus hermanas gemelas, las otras cinco puertas de casa.

-Del otro lado, yo. Con un arsenal de brochas, cubiletes, latas de pintura y un precioso pomo de acero inoxidable. En mi caso estaba sola. No se por qué siempre se me ocurre comenzar estas empresas titánicas cuando RR está de viaje.

Si es que la arquitectura y la decoración se me da mejor tras la pantalla del ordenador. Seis manos de pintura tuve que darle a la puñetera dichosa puerta. Las molduras fueron lo peor. Había que darle con la brocha y se quedaba la marca de los pelitos, no terminaba de cubrir bien y tuve que insistir bastante en algunas zonas. Tres días después y con la moral por los suelos, finalmente la misión llegó a su fin con victoria aplastante del lado de la solitaria emprendora.

He de reconocer que la puerta ha quedó genial. ¡Pero mi sudor y hartazgo me ha costado! Lo malo es que esto es sólo una batalla, aún me queda el resto de la casa. ¡Es la guerra!

El resultado hasta ese momento era: Ana = 1 / Puertas = 5

Decidí darme un descanso y ahora tengo la carpintería casera multicolor, como una tienda de decoración con muestrarios para todos los gustos.

Ay, pero la semana pasada llegó RR. Él con su mentalidad de ingeniero, siempre práctico y eficiente (pongo los ojos en blanco mientras escribo esto) tuvo que aportar su gran idea: -esto podríamos pintarlo con spray, sería más rápido y quedaría mejor.

Ya le dije yo que la pintura en spray aplicada en interiores es peligroso. Que se pringa todo. Pero él insistía y quién soy yo para llevar la contraria a un marido convencido por la causa y deseoso de ayudar en tareas domésticas.

Ayer fue el gran día. Por la mañana una manita ligera de lija. Protección con plástico de unos dos metros alrededor de una de las puertas y dale al botoncito del spray. Qué fácil parecía.

Los que habéis llegado leyendo hasta aquí por favor prestad atención y grabad a fuego este consejo en vuestras cabecitas: Nunca pintar con spray dentro de una casa habitada.

En serio, no tengo palabras para describir el caos que se organizó. El spray sí que es todopoderoso y llega a TODOS los rincones. Atraviesa puertas y distancias impensables. Se deposita sobre las superficies incluso un buen rato después de terminar el trabajo. Y es muy difícil de quitar de retirar de ciertos materiales. Además nos dejó la nariz pegajosa y mocos blancos durante horas.

Unos segundos después de terminar de admirar nuestra nueva puerta blanca, giramos la cabeza y descubrimos que ahora teníamos toda la casa blanca. Las mesitas de noche, la mesa de cristal, la colcha, los bolsos, la tele, la cómoda y todo el suelo…blanquecino.

Efectivamente la puerta la pintamos muy rápido. En un par de minutos. Pero dedicamos cuatro horas de un sábado a limpiar con disolvente el resto de la casa. Agotador.

Ah, ahora me acuerdo de por qué estas cosas siempre las hago cuando RR está de viaje (ejem, ejem) Él y sus grandes ideas.

Cariño cuando leas esto no te molestes. Yo te quiero por otros motivos, que son muchos. Pero no precisamente por tus habilidades de bricomanía.

Tras este revolcón a nuestras tropas, no nos vamos a rendir. La guerra continúa. Acabaré con ellas y serán todas blancas. Algún día. Sin prisa. Y sin atajos.

Una vez eliminada la opción pintar con spray. me voy a dar algo de tiempo para elegir cuál de las otras dos estrategias voy a tomar:

Estrategia 1: seguir pintando con rodillo y brocha. Es una opción pesada que tendré que tomar con calma e ir haciendo poco a poco. El resultado es bueno y es coste económico.

Estrategia 2: llamar a un profesional. Quedará genial y será rápido. Lo malo es que es una opción costosa. Aunque en estos momentos estoy con el martillo al lado de la hucha para emergencias…no os digo más!

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