La señora de los anillos...



A lo largo de mis viajes, he ido coleccionando pequeñas joyas que, lejos de tener un gran valor material, para mí poseen un significado muy especial. Hoy quiero mostraros algunos de esos tesoros, trocitos de mis paseos por el mundo que evocan bellos recuerdos… Viajemos entonces del uno al otro confín con esta selección de anillos únicos y llenos de memoria…

Comenzamos nuestro recorrido por Zimwabwe. Maravilloso país de naturaleza salvaje en el que cada rincón, posee un encanto indescriptible. Allí fue donde encontré el “Golden Trival Ring” y, como es evidente, no puede ocultar de donde viene: África.

Damos un salto en el mapa para aterrizar en Camboya. Allí me enamoré de este anillo de plata con turquesa. Recuerdo que a pocos metros, estaban los puestos de pescado donde en grandes recipientes, exponían el pescado vivo para venderlo.

Acompañadme ahora hasta Chequia. Durante mi visita a Bohemia, entré en una pequeña joyería. Recuerdo que era muy estrecha. No me preguntéis por qué, pero hubo algo en él que me cautivó.

Seguimos nuestro periplo haciendo parada en Rajasthan. De ese estado al noroeste de la India, me traje esta joya. Os aseguro que en la fotografía no se aprecia en todo su esplendor, pero podría asegurar que es uno de los anillos más bellos que he visto.

En Sudáfrica, cerca de Johannesburgo, compré este tesoro detallado con piel de cebra. Cuando lo llevo, siento que un pedacito de África viene conmigo.

Viajemos ahora hasta Jordania. En ese precioso país, junto al Mar Muerto, esperaba el “Mosaic Al’monísimo”. Un anillo realizado con diferentes tipos de piedra que forman un precioso diseño.



“Ismaidsndnds Bartók” y “Zoltán Kertéïsdsyez” son dos chucherías de lentejuela que encontré en Hungría. Ganaron el campeonato mundial de baja bisutería y si te los pones más de 20 minutos es posible que entres en coma por una alergia letal. Los guardo celosamente.

Viajemos ahora hasta Italia, a las platerías del Ponte Vecchio, en Florencia. Este anillo de plata y aguamarina, tiene una gran historia... Pero mis labios están sellados...

Y para finalizar nuestro recorrido, crucemos el charco hasta México. En un mercado de Quintana Roo estaba “Xochiquetzal Xupipiruli” , una joya de madreperla que debido a su tamaño XXL me obligó a comprar una plaza de garaje para aparcarla. ¿Os gusta?

¿Qué os ha parecido este ringy-viaje por el mundo? Seguro que vosotras también tenéis tesoros maravillosos que habéis ido recopilando en aventuras viajeras… ¡Espero vuestros comentarios! ¡Hasta pronto!
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