El vestuario medieval de ‘La Princesa Prometida’

La Princesa Prometida es una de esas películas de la infancia que hay que revisitar al menos una vez al año. Este film es uno de los mejores ejemplos de que con un buen guión se puede hacer una gran película sin necesidad de grandes efectos ni pretensiones. ¿Quién no se sabe más de una frase?: “Como desee…”, “¡Inconcebible!” “¡Amor verdadero! ¡Ha dicho amor verdadero!”, “R.A.Gs, Ratas de Aspecto Gigantesco”, “Ni remotamente”, “Yo tampoco soy zurdo”, y la legendaria: “Me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir”. El casting es perfecto, desde Mandy Patinkin hasta Robin Wright (con sólo 20 años). Un clásico.

El vestuario fue obra de Phyllis Dalton, que también realizó Lawrence de Arabia y El Doctor Zhivago, entre otras. Para La Princesa Prometida tuvo la libertad de inspirarse en distintas épocas y no quedar restringida a las normas de ningún período. La novela en la que se basa la película sitúa la historia en el Renacimiento, pero en el film queda indeterminado. La mayoría de las referencias del vestuario provienen de la Edad Media británica y del Renacimiento italiano. En los looks que luce Buttercup al principio en la granja, las referencias nos llevan al siglo XIV. Los trajes de princesa son de corte imperio, siguiendo la moda italiana del siglo XV. De los mismos años es el Houppelande rojo (un conjunto típico de la época) que luce cuando es raptada. La ropa interior es ya del siglo XVI y XVII, como se aprecia en las camisas abullonadas. El traje rosa de princesa es como los Cotehardie que se lucían en el siglo XIV, igual que el vestido azul que lleva más tarde y el traje de novia. Dalton se inspiró en el Zorro para el traje de Westley.





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