Ahora recuerdo
aquel día de verano muy lejano... Han pasado muchas cosas desde entonces y pocas veces más he coincidido con
Rocío, pero lo cierto es que cuando me encuentro con ella es como volver a saludar a una de esas amigas a las que ves normalmente y que abrazas con naturalidad, como si tratara de una una de esas personas que una conoce de toda la vida.
A ella la conocí por
Fer,
ex compañero de trabajo nada menos que ¡en dos ocasiones!
Fuimos
becarios precarios hace mil años y crecimos separados a nivel profesional, volviendo a coincidir en la última agencia en la que trabajé. Siempre recordaré lo buen compañero que era y la alegría que me da verlo siempre que me lo encuentro. Ahora él ha seguido creciendo en la empresa
(porque vale un potosí y porque es un tío diez en todo) y yo,
que soy una loca inconsciente, preferí
dejar de crecer en la empresa para ser feliz por mi cuenta.
Bendita insconsciencia :) Un día, en la cafetería de la empresa donde currábamos, me habló de su chica (
Rocío) y de su hermana (
Teresa), diseñadoras y socias fundadoras de
Canden Garden. Yo le hablé del blog y él de las
bailarinas. Y surgió el amor entre
Galletas de Ante & Canden Garden. Todo empezó con mi amistad con Fer, continuó con las fotos de la casa que comparte con
Rocío y siguió con las fotos para la campaña otoño/ inverno de
Canden Garden y el
lookbook de la colección completa.
Pero hoy quiero dejar a un lado
lo que vino después para empezar por lo primero:
la casa de Rocío & Fer: