Libertad G. Díaz

No creo en los milagros.


¿Sabes ése momento en el que sabes que tienes que tomar una decisión que no te gusta nada? ¿Ése instante en el cual comprendes que todo se acaba, a no ser que ocurra un milagro?

Os voy a ser franca: yo no creo que los milagros. Nunca suele pasar eso que nos venden en las películas de cine, en la cual algo sucede de pronto, de forma inminente, haciendo recapacitar a uno de los protagonistas de la historia y provocando que vaya a la carrera a la búsqueda del otro. Por éso, cuando le estaba diciendo que "esto es el final", realmente lo era. Al menos para mí. Porque tenía claro que nada de éso iba a ocurrir, por mucho que entonces lo deseara o aún lo desee.

Tengo 32 años, y aunque ahora no lo parezca, ganas de vivir la vida, y de compartir cosas con alguien. Muchas veces he creído encontrar a personas con las cuales compartir, pero hasta ahora no me encontraba realmente preparada para decirlo en voz alta, para afirmarme en mi decisión. Para, de verdad, intentarlo. Con lo que no contaba era que, a pesar de las señales, la otra persona no lo quería intentar.

"Te quiero", le dije entre lágrimas, "Como yo te quiero nadie va a quererte". "Lo sé, lo sé. Nadie me querrá como tú", me contestó él, quien diez minutos antes había comenzado a bufar y a repetir que "Sé que me arrepentiré de esto".

El problema es no tener las cosas claras. O tener miedo de tenerlas claras y no querer dar el paso que las esclarezca del todo. Tal vez, hace dos meses, cuando hablamos una noche y él me preguntó "¿Somos novios?", yo debería de haberle dicho tajantemente que sí. Pero no lo hice, por miedo a agobiarlo (a él y a mí). Tras seis meses (en aquel entonces) yo era feliz tal y como estábamos, "Para mí tú eres sencillamente Adolf, mi Adolf", le dije, sin saber muy bien qué esperar, pero sintiéndolo así desde lo más profundo de mi corazón; sin la necesidad de etiquetar nada, sólo sabiendo que su compañía me reconfortaba hasta en los días más grises.

El amor no es algo instantáneo, o al menos para mí ya no lo es. Ya no siento mariposas en el estómago desde el minuto cero, ni ansío planificar una vida junto a la otra persona (y si ésto sucede, sé que no es amor, es un capricho... porque siempre que lo he sentido, todo se ha disuelto al final). Sencillamente, ansío vivir, mirar a los ojos a la otra persona y sonreír. Vivir el presente, darle seguridad y que él me haga a mí sentir también segura. Porque, no nos engañemos: yo puedo ser una persona valiente, independiente, dura... pero también necesito que cuiden un poquito de mí. Y ése era, digamos, el "paso" que faltaba por dar con él... porque muchos, sin querer y sin darnos cuenta, los habíamos dado. Ya no era un simple trato de amistad el que había de por medio, hacia tiempo que no éramos sencillamente dos amigos sin más. Los amigos, seamos francos, no hacían las cosas que tú y yo hacíamos (más allá del sexo, hacíamos muchas otras cosas juntos, había mucho más de por medio).

Pero se acabó. Todo porque tú quieres coger "otros trenes", y te bajas del equivocado. Todo porque no quieres, no sientes o no eres capaz de hacerlo, de intentarlo. Todo porque, tal vez, yo soy una mujer que tiene claras las cosas, y tú te sientes todavía un niño de quince años buscando su sitio en algún lugar.

Te confesaré algo: yo no he encontrado mi sitio tampoco. Pero quería buscarlo, acompañada junto a ti en el camino.

Ahora sólo me queda caminar sola, sin ti; sin esperar que me alcances o que aligeres el paso.

Porque, como he dicho al principio, no creo en los milagros.

· · ·

I left the guy I love a few days ago 'cause he didn't love me, or is not sure about his feelings... and I'm so broken right now.
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