Libertad G. Díaz

She will never ever find love unless she takes on a fight, along with the northern light.



Él dijo que no me conocía por aquel entonces, pero que después de hacerlo, había escrito esta canción para mí. Cada palabra, cada acorde, cada nota hablaban de mi persona; y que por éso no se iba a ver capaz de volver a tocarla con su banda nunca más. Yo no lo creí en su momento, pero desde aquel día no ha roto su promesa.


Él dijo que mi mirada emanaba tristeza y mil vidas vividas a través de mis ojos, y que era hermoso el perderse en su profundidad. "Ojalá fuera más valiente para atreverme, de verdad, a bucear en ellos", me confesó en una ocasión. "Ya verás como habrá algún valiente".
Ilusa, creí que tú eras aquel valiente, rememorando sus palabras de antaño. Y, por supuesto, me equivoqué, a pesar de lo que me decía mi estómago.


"Tal vez, sencillamente, hay gente destinada a estar sola", le dije un día con la mirada perdida. "Al fin de cuentas, mi instinto me decía que era él, pero se ha marchado".
"Podría bucear en tus ojos si tú me dejaras", me contestó él desde el otro lado de la pantalla, con media sonrisa melancólica. "Debería haberlo hecho antes, y no ahora que estás tan lejos, a millones de años luz de mi galaxia".


"Ahora ya es casi imposible alcanzarte", dijo clavando su mirada en la mía. "Ahora él se ha llevado ésa luz de la que hablaba en aquella canción, y no verás la luz del día sin batallar por ello". Su voz se volvió triste, y golpeó la mesa, a miles de kilómetros de distancia de mí. "Pero lo conseguirás. Sé que lo conseguirás".
Susurró algo en sueco que me hizo medio sonreír, una palabra que conocía y que hacía demasiado que no me decía. "Desearías haber sido tú quien se la hubiera llevado, ¿verdad?", pregunté distraía y cargada de melancolía.
"Claro que sí", contestó sin dudar. "Pero fui un cobarde. Como todos. Porque tú nos asustas con esa mirada casi tan antigua como los rayos del sol".


"Lo dices para que me duela menos", musité ladeando la cabeza; "pero la verdad es que no me consuela el saber que tengo ése poder para asustaros sin más".
"Tú no estás hecha para caminar con la gente normal. Creo que tú eres la luz del Norte, aunque no lo veas ahora", volvió a interrumpirme.


Lo observé durante un buen rato, en silencio. Luego le susurré, casi con un hilo de voz; "Vuelve a tocarla otra vez, para mí". Él cogió la guitarra y cantó.



A little story about something that someone say to me a few months ago. Read in english by clicking in the "Translation" button.
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