¿A que es mona?
Es que, no sé porqué, los postres pequeñitos siempre atraen nuestra atención:
petit fours, minicroissants, micromagdalenas... ¿Será que nos sentimos menos culpables al pensar que, con esas dimensiones, son inofensivos?
Esta mini tarta de yogur además es muy ligera, y os la dejo en receta para una sola persona... ¡Una tentación para la que no hay excusas!
Ingredientes (para 1 tartita): 1 yogur desnatado natural una cucharada de mermelada una cucharada de zumo de limón 4 o 5 galletas integrales 1 cucharadita de mantequilla o margarina 1 y 1/2 hojas de gelatina dos cucharadas de leche evaporada (tipo
Ideal de Nestle) edulcorante
Elaboración: En un bol mezclamos el yogur, edulcorante al gusto (yo he puesto una cucharadita de café de
estevia), el zumo de limón y la leche evaporada. Ponemos en agua fría las hojas de gelatina, hasta que estén blandas. Ponemos tres cucharadas de agua a hervir en una cazuela, y disolvemos en ellas las hojas de gelatina previamente ablandadas. Cuando estén disueltas, colamos y añadimos a la crema de yogur. Trituramos las galletas y las mezclamos con la mantequilla. En el plato donde vayamos a servir la tarta ponemos un aro de emplatar y formamos la base de la tartita con la mezcla de galletas y mantequilla, presionando bien. (Nota: si no tenéis aro de emplatar, haced como yo y utilizad una lata de conservas -en mi caso, de piña en almíbar- a la que habréis quitado la base). Ponemos el plato con el aro y la base de galletas unos minutos en el congelador para que se endurezcan. Vertemos la crema de yogur y dejamos enfriar unas siete horas para que se cuaje. Desmoldamos, cubrimos con la cucharada de mermelada y adornamos al gusto.