cocido de sopa

Orejas de carnaval {Tradicionales }




Hablar de recetas tradicionales nos hace sentir bien, muy bien. Es ese tipo de comida que sabemos que nos va a caer de maravilla, y no solo por lo sabrosa que pueda estar, sino porque suele llevar un ingrediente más, imperceptible por el paladar, pero sí por el corazón. La cocina tradicional echa raíces solo si nosotros la valoramos, la conservamos entre nuestras recetas y la difundimos. Todo lo malo se extiende como la pólvora, pero también es verdad que solo lo bueno perdura en el tiempo años, y años, e incluso siglos.
Los españoles, aunque no creo que seamos los únicos, celebramos cualquier acontecimiento con un dulce. En Navidad es innumerable la cantidad de dulces que acompaña nuestras mesas para rematar el postre, y lo mismo ocurre en Semana Santa, y no hay santo, santa, o virgen que no celebre su día en el calendario con un dulce. Y llegado el carnaval, la ocasión también merece su propio dulce: las orejas.


Este dulce de bollería es uno de los que más arraigados están desde mi infancia. Cuando la ocasión lo pedía, íbamos al pueblo, un pequeño municipio en la provincia de Zamora, a visitar a mis abuelos, y no había ocasión carnavalera en que mi abuela no nos hiciera orejas, que por aquellas tierras llaman "Orejas de burro", y es así como las he conocido desde que tengo uso de razón. Salían tantas que se llenaba un perolo (palabras textuales de mi abuela). ¿Sabéis de esas cazuelas de antaño, de porcelana de color granate, grandes como para dar de comer a un regimiento? ¡Pues esas!
Me vienen a la memoria recuerdos de mi abuela estirando la masa hasta dejarla fina como una hoja de papel con una botella de vino vacía, cortándola en trozos de formas irregulares, friéndolas en mucho aceite y a mi misma espolvoreándolas con azúcar. Y salían tantas, que a Madrid se venía una hermosa cantidad.
Si hay algo que caracteriza a las orejas de burro, aparte de su forma irregular, es lo crujientes que son. Tomátelas con un café, con un té, pero con un vinito dulce, francamente, no van nada, nada mal. Pero con acompañamiento o sin él, te aseguro que son un peligro. Comer una es poco, y vuelan como la pólvora :)
Hoy, esta receta ve la luz aquí gracias a una de mis tías, seguidora de mi blog, por cierto. ¡Muchas gracias por la receta, Maribel!
Y ahora, vamos al tema :)



Ingredientes (Para un huevo sale una cantidad suficiente para 4 personas)
  • 200 gramos de harina de trigo de todo uso (aproximadamente)
  • 1/2 sobre de levadura química (8 gr)
  • 1 cdta de manteca de cerdo
  • 1 huevo "L"
  • Zumo de media naranja, colado
  • Un chorrito de anís o aguardiente
  • Aceite para freír
  • Azúcar abundante para espolvorear
Elaboración
  1. En un recipiente batimos el huevo y añadimos el zumo, el anís, la manteca derretida y batimos.
  2. Añadimos la harina y la levadura, y mezclamos con una espátula. Cuando los ingredientes se hayan incorporado, pasamos a trabajar la masa sobre una superficie de trabajo ligeramente enharinada.
  3. Amasamos hasta que la masa se despegue de la superficie de trabajo. Tapamos con film transparente y refrigeramos durante una hora.
  4. Transcurrido este tiempo, estiramos la masa con un rodillo hasta que la masa quede con un grosor finísimo, como una hoja de papel. Con la punta de un cuchillo cortamos formas irregulares.
  5. Ponemos aceite de oliva suave a calentar en una sartén. Para probar si el aceite se ha calentado, cortamos un trocito de masa y la freímos. Si se comienza a dorar, el aceite está en su temperatura y vamos friendo la masa por tandas hasta que se comiencen a dorar ligeramente.
  6. Retiramos a una bandeja amplia, protegida con papel absorbente, y espolvoreamos inmediatamente con abundante azúcar.
Notas
  • Es importante tener la masa cortada en porciones cuando el aceite esté caliente porque se fríen muy rápidamente.

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