Mi madre

Yo a mi madre la quiero mucho. Pero para ser sincera me lo ha hecho pasar muy mal en esta vida. Cuando era pequeña, me mandaba a la charcutería a comprar queso Gouda, que a mi temprana edad me parecía lo más bochornoso de este mundo. Siempre intentaba chantajear a alguna hermana con una peseta, pero ellas disfrutaban viéndome morir de vergüenza con el charcutero, y al final tocaba mi turno y tenía que gritar delante de todo el supermercado.
Siempre he sido una niña tímida, y por eso mi madre me obligaba a coger el teléfono, cosa que me espantaba. O me dejaba sola en la cola de la compra bajo el pretexto de que se le había olvidado algo. También gustaba de departir con las dependientas sobre qué vestido me podía ir mejor y o de preguntarme delante de mis tíos qué "por qué narices le estaba dando puntapiés debajo de la mesa para que se callara".
La primera vez que fui a una discoteca (sesión light, blue tropic mediante), me esperó a las nueve en punto en la puerta con la furgoneta y nada más verme se puso a pitar como una poseída. Una vez que llegué a las siete de la mañana a casa me la encontré planchando en la entrada con los ojos inyectados en sangre y se tiró sin hablarme una semana a pesar de que me puse a fregar baños como una condenada para ver si me perdonaba...
Pero como suele decir ella, "cuando seas madre comerás huevos", y cuando nació Paxarito me di cuenta de todo el bien que me había hecho con sus pequeñas crueldades. A veces pienso en la paciencia que ha tenido con todos nosotros y me da una pena inmensa, porque vamos, a mí mis niños me empiezan con tonterías y de un sopapo les quito las milongas rápido. Pero ella apunta: "No Lucía, nunca sabes lo que puedes llegar a hacer por un hijo". Y yo, pues le creo. Porque si algo he aprendido en esta vida es que mi madre suele llevar siempre razón.

♥ Felicidades mamá, y GRACIAS ♥