Si os habéis fijado, cuando vemos
imágenes de interiores minimalistas, casi desiertos, siempre suelen tener un hueco para un elemento común;
fotografías. Ya sean personales, o de autor, y en cualquier formato,
son el mejor arma para restar frialdad a ciertos estilos decorativos.
Enormes, como totales protagonistas, o formando parte de un conjunto, con diferentes formatos. Mis preferidas son aquellas que tienen un
paspartú grande que las enmarca, sobre todo, si son
en blanco y negro.
¿Qué me decís de las
polaroids?. Un montón de
fotografías pequeñas, en un formato más que reconocible, que pueden
formar un mural, o
protagonizar un DIY, a base de marcos, cuerdas, y pinzas de la ropa.