No eras tú...
No podías ser el elegido Eres realmente relamido, pijo y estirado, tú eres el lado malvado. De lejos eras un no, de frente un quizás, era olerte y el sí venía detrás. Te quité las capas. Te despojé de la corbata, del chaleco y del cinturón prieto. Te tengo en mi terreno, te tengo a piel y fuego. El problema no eras tú, ni yo, ni nada. El problema era que aún no te tenía en mi cama.