*El azúcar extrafino está entre el azúcar normal y el azúcar glas. En las tiendas de repostería lo podéis encontrar con el nombre de Caster Sugar, aunque si no lo queréis comprar también lo podéis hacer casero moliendo durante unos segundos azúcar normal.
Sacar la mantequilla y los huevos de la nevera unas horas antes para que se pongan a temperatura ambiente. El tiempo dependerá de la temperatura que tenga vuestra cocina. El mayor problema que podéis tener con esto es con la mantequilla, ya que no puede estar ni dura ni demasiado blanda, así que tener cuidado en verano. Para comprobar el punto adecuado presionar ligeramente con el dedo, en el momento que la mantequilla ceda, estará lista.
Batir la mantequilla y el azúcar en la batidora a velocidad mínima hasta formar una crema. Hay que tener cuidado y batir muy poco, solo lo necesario para que los ingredientes se integren, esto no es un bizcocho y no hay que introducir aire en la masa, si lo hicieramos las galletas podrían deformarse más tarde durante el horneado.
Añadir el huevo y batir sólo lo justo para que se integre. Añadir la yema y volver a batir. Después, añadir el extracto de vainilla y la sal y batir por última vez.
Tamizar sobre el bol la mitad de la harina y mezclar a mano con una espátula de silicona. A continuación, tamizar encima el resto de la harina y volver a mezclar. No es necesario que la harina se integre del todo, ya que esto lo haremos a mano.
Espolvorear la encimera con un poco de harina, volcar encima la mezcla y amasar a mano hasta que no quede ni un sólo grumo de harina sin integrar.
…Y con esto ya tendríamos nuestra masa. En la próxima entrada os contaré cómo estirarla, cortarla y hornearla para que las galletas conserven su forma.