Maquiyonkis

Miedo al agua. Miedo al agua que te cagas.


Ayer fue mi cuarto día de cursillo de natación y probablemente el peor de todos.

Lo más extraño es que no sé muy bien lo que me da miedo pero está claro que ahí hay algo porque lo que me pasó ayer no fue una reacción normal y antes de que me pasara no sentí miedo, fue algo que simplemente sucedió y cuando volví a repetir lo que estaba haciendo para comprobar que no estaba flipando me volvió a ocurrir.

Cuando llegué el primer día estaba muy nerviosa porque hacía más de una década que no me metía en una piscina municipal, y ahora que lo pienso (ay) creo que han podido pasar dos, pero mis nervios se debían más a la novedad y al mal recuerdo de mis anteriores intentos de aprender a nadar, que fueron todos un desastre y además no sirvieron más que para afianzar mi pánico miedo al agua.

Ya conté en este post sobre lo poco amiga que soy a meterme en el agua, algo que me viene de muy lejos, en realidad desde siempre; no recuerdo que ni de pequeñita me gustase meterme en piscinas. De hecho, saber que me dirigía a un lugar con piscina me suponía bastante angustia.

En cambio mi sentimiento respecto al mar es distinto. Con el mar hay que tener mucho cuidado y considero que mantener cierto respeto hacia él es lo más inteligente que se puede hacer porque ni siquiera los mejores nadadores se libran del peligro cuando el mar no tiene un buen día. Incluso siendo prudente en el mar puedes llevarte un disgusto, no hay que andarse con tonterías.

Sí, me da "cosa" que pueda pillarme una corriente pero nunca tuve demasiado miedo a eso ya que al no saber nadar rara vez me alejo de la orilla y rarísima vez me voy a donde no hago pie, a no ser que esté muy acompañada y en uno de esos días de bandera verde en los que se podría llevar gloss con el pelo suelto. Casi utópico.

Así que no, el mar no me agobia tanto porque la mayor parte del tiempo estoy haciendo pie. Los barcos por otra parte tampoco me dan yuyu aunque he subido en contadas ocasiones y siempre en los típicos barcos de transporte público en los que ni siquiera huele a mar, vamos, que no sé lo que es pasar el día en el yate y darte un chapuzón lanzándote desde la proa (sea lo que sea la proa de un barco).

Es sin embargo cuando paso cerca de un polideportivo que me empiezan a sudar las manos. Me pasó el verano pasado cuando llevaba al hijo de unos amigos a su cursillo y me pasó este año cuando tuve que volver para apuntarme al que estoy haciendo yo. Manos sudorosas, recuerdos desagradables de la infancia, ganas de dar la vuelta y pirarme a mi casa.

Lo que me da miedo es un TODO referente a las piscinas municipales: el olor a cloro, los gritos de los monitores, los sonidos de los altavoces a través de los que no se entendía absolutamente nada. En principio no tiene porqué ser agobiante pero si asocias estas cosas a no ver un pimiento (porque de pequeña necesitaba gafas y sin ellas no veía NADA), que era timidísima y no me atrevía a hablar con nadie ni siquiera para preguntarles dónde estaban los alumnos del cursillo de iniciación y que además estaba muerta de vergüenza por ir vestida en bañador (eso sí que me daba pánico), lo que obtienes es una puta pesadilla. Cambia el agua por fuego y tienes el infierno directamente. Pero espera, que tengo más.

Cuando era pequeña pegué el estirón muy rápido, pero sólo a lo alto. Mis compañeros de clase me apodaron "amablemente" tabla de surf por lo alta, plana y blanca; Un amor de niños. Recuerdo estar en al playa y algún niño comentar señalándome "mamá, ese niño porqué lleva bañador de niña?" y todo así.
Total, que yo tendría unos 8 ó 9 años cuando mi madre decide que tengo que aprender a nadar. Soy muy mala para las fechas y más aún con las que quiero olvidar pero recuerdo que mi madre me regaló el disco Campeones con las canciones de los dibujos animados de Telecinco y eso fue en el año 1990.
En esto mi madre me lleva al vestuario y mientras me preparo (quitarme ropa - ponerme gorro), mi madre habla con unas niñas de mi altura más o menos pero que resultaron ser bastante más mayores. A mí me lo parecían pero bueno, mi madre me metió en aquel embolao, ella sabría.
Así que mi madre le encasqueta su hija a aquellas dos niñas y yo las sigo hasta la piscina como buenamente puedo, porque no veía una puta mierda sin gafas (para mí eran dos manchas de colores) y me pongo tras ellas en una fila ahí a orilla de la piscina grande. Yo probablemente habría dejado de llorar en cuanto me mandó ir con ellas por pura vergüenza pero recuerdo estar haciéndolo a todo trapo en los vestuarios sin miramientos mientras mi madre trataba de consolarme a ratos y el resto del tiempo me reñía. Yo también lo sentía por ella, seguro que también pasaba mucha vergüenza, pero que mi madre me hiciese pasar por aquel mal trago, ella que siempre era tan cariñosa y lo sigue siendo menos cuando discrepamos al hablar de política, para mí era más doloroso que tener que morir ahogada.

Recuerdo perfectamente las puertas batientes de entrada, con ventanuco circular, igualito que un matardero y no me refiero al centro de arte.

El monitor, que llevaba colgando del cuello un silbato que usaba justo antes de llamar a gritos a alguien que habría hecho algo mal (lo que para mí convertía la natación en el servicio militar) empieza a pasar lista, una lista en la que yo nunca estaba. QUÉ RARO ¿NO? y ¿Porqué no estaba? Pues porque yo no sabía nadar y por eso me correspondía ir al famoso nivel cero ¿y donde se daba ese curso? en la piscina pequeña ¿y dónde estaba yo? En la piscina grande, con los chicos del nivel 2, sin saber nadar, con miedo al agua, sin aparecer en la puta lista del comandante piscinas que además, sudándosela totalmente, me empujaba al puto agua día tras día incluso tras comprobar ya no que no me moviese ni un centímetro del sitio, sino que no paraba de mover brazos y piernas a lo loco (chapoteo de la muerte) tratando de no hundirme y daba gritos como bien podía en plan "es que me ahogo" cuando debería decir "¿no ves que no sé nadar, imbécil?" porque repito NO SABÍA NADAR.

Después de varios días me pusieron una bolla. Era una especie de cinturón que se ataba bajo el pecho con un huevo de corcho que quedaba a la espalda. Esa mierda no te ayudaba a nada, sólo ayudaría a los monitores a recoger tu cadáver en caso de muerte porque impedía que te hundieras, no que te ahogases. Y lo peor es que era super humillante. ¿Qué cojones pintaba yo allí con 12 guajes más que sabían andar perfectamente? Encima de no ver nada, de darme pánico y de sentirme totalmente inútil rodeada de putas estrellitas olímpicas (lo siento, no es personal) se une putada de no oir bien.
El caso es que no tengo ningún problema auditivo, es más tengo un oído finísimo, qué pasa, pero el hecho de no ver bien hacía que tampoco pudiese oir con claridad. Ya sé que se suele decir lo contrario, que los ciegos desarrollan un sentido del oído fuera de lo normal pero en mi caso yo no era ciega si no que veía mal y gastaba toda mi energía en tratar de ver bien, porque a ver mal, amiga, una nunca se acostumbra.

Vamos, que todo era una puta mierda muy grande.

Tuvo que haber un cambio de monitor para que se dieran cuenta de que yo no pertenecía a ese grupo y al nuevo comandante piscinas le dio la cabeza para cuadrar la ecuación: no está en la lista porque no es de este cursillo, de ahí que no sepa nadar.

Me llevaron a la piscina pequeña donde básicamente te hacían mover las piernas agarrada al bordillo y hacer el muerto. Al menos ya no veía a la muerte riéndose en mi cara cada tarde pero seguía siendo bastante putada quedar siempre de pardilla porque no tenía mis cinco sentidos disponibles: "chicos!! venid para aquí!" ¿dónde coño era "aquí"?

Ese cursillo se acabó muy pronto y no aprendí a nadar. Aprendí que hay peña con supuestos puestos de responsabilidad que pasan de todo aunque la evidencia esté delante de sus narices, aunque por suerte las cosas en las piscinas municipales han cambiado mucho.

Años después en el colegio nos llevaron a un cursillo. Por un lado era guay porque nos librábamos de las clases pero por otro era una pesadilla a cambio de lo malo conocido.

El primer año le supliqué a mi madre que no me llevase y algo pasó que me dejó libre. Recuerdo con cariño esas tardes en las que me quedaba en casa viendo el telediario con mi madre que ya habría salido del trabajo y después Cheers con mi hermana mediana que ya habría vuelto del instituto. Pero el segundo año no pude librarme. Creo que era sexto de EGB pero tampoco lo recuerdo bien.
Íbamos en el autobús, todo el mundo iba contentísimo y yo quería que me tragase la tierra: se iban a descojonar viéndome morir.

Luego resultó que no te enseñaban a nadar, era sólo ir allí a hacer un poco el pijo, remojarte y volver. No me lo pasaba especialmente bien pero era un alivio saber que esta vez nadie me iba a tirar al agua a morir, no iba de eso, aunque siempre me quedaba la duda de que en cualquier momento nos dijeran "venga, ahora todos a hacer un largo". Aunque nunca ocurrió.

Yo nunca llegué a pasármelo bien del todo pero conservo un buen recuerdo, sólo uno del día en que se vino con nosotros el profe de prácticas al que le dije que me daba mucho miedo el agua y por ello simpatizó conmigo. Fue la primera persona mayor que no me dijo "bah, tonterías, si no te vas a hundir". Seguro que a él también le daba un miedo que te cagas.

No me acuerdo ni de su nombre ni de su cara pero dios te bendiga amigo. Espero que tengas una buena vida, que sepas nadar y que lo hagas entre billetes de 500.

Llevo toda mi vida tratando de evitar cualquier posibilidad de verme en una piscina. En realidad llevo toda la vida tratando incluso de tener que ponerme en bañador, sobre todo porque conlleva enseñar las piernas. Ya sé que es una estupidez y yo soy la primera que flipa con esta movida pero es lo que hay: sé que mis piernas llaman la atención y no por hermosas precisamente, si no por blancas. Me han dicho de todo y a la hora de elegir vestimenta estas cosas pasan por tu cabeza e influyen fuertemente, sobre todo cuando tú misma eres la primera que no quiere vérselas.

Aún así trato de obligarme a mí misma a llevar shorts y faldas muy cortas en verano, además las faldas largas nunca me gustaron (nunca me he puesto una falda larga, ni me gustan ni son prácticas).

Por otra parte nunca me ha gustado demasiado enseñar el cuerpo, no sé. No tengo nada en contra de que la gente haga topless o que directamente vayan con el culo al aire pero yo nunca he sentido la necesidad de quitarme la ropa al aire libre. De hecho lo que me ha pasado es ir a la playa con gente, todos despelotarse y yo quedarme con el bikini en plan "hmm, no sé si estoy haciéndoos un feo, cargándome el protocolo o algo pero yo no quiero quitarme la ropa amigos". Me refiero a típica playa donde hay peña desnuda y peña vestida porque cuando me han llevado de encerrona a una playa nudista sin consultármelo me ha parecido como el orto, no por mí, que no me asusta ver dos pichas bajo el sol, si no porque los demás puedan sentirse ofendidos, que no sé yo bien cómo funcionan las leyes del nudismo pero me huelo que algo de eso hay.

A ver, que no soy idiota, que si hay que desnudarse me desnudo y punto, pero he visto gente que hace topless y luego se envuelven en remilgos cuando el médico les tiene que hacer un reconocimiento por debajo de la camiseta. Lo mío es simplemente que normalmente no me pide el cuerpo despelotarme. De hecho sí, una vez me bañé en pelota picada en una playa con dos amigos pero estábamos ligeramente embriagados, lo estábamos pasando pipa y fue una risa. Allí murió mi reloj favorito, un Casio precioso que no era sumergible. Peor vamos, que yo es que no creo ni que me despelotase para tomar en sol en el jardín de mi casa (que por otro lado no tengo).

Y todo esto lo cuento para decir que no estoy excesivamente cómoda en bañador pero que el trauma tampoco viene por ahí.

Vacaciones en playas y piscinas

Siempre preferí las vacaciones urbanas pero es cierto que con el tiempo he empezado a valorar lo de ir de vacaciones y descansar de verdad, cosa que en una ciudad no puedes hacer de ninguna de las maneras, sobre todo cuando es una ciudad con gran riqueza cultural y una oferta de ocio que será perfecta para salir de la rutina pero en la que vas a llegar más cansado de lo que empezaste.
Así que en los últimos años, la costa del sur de Espiña, la de Portugal y alguna que otra isla han sido los destinos elegidos por "R" y por mí. También somos muy de camping y allí siempre suele haber una piscina acechando. Pues bueno, ya que estamos nos metemos, incluso las hemos buscado.

El verano pasado incluso buceamos. Nos pasamos una semana entera viendo peces. No hacíamos otra cosa y creo que fue eso lo que más me animó a aprender a nadar de una vez por todas, porque sabía que me estaba perdiendo algo bueno.

Me meto, chapoteo, incluso disfruto pero sigue sin ser mi medio. La poca (o nula) confianza que me da estar en el agua me ha llevado a pasar algunos momentos de pánico, ningún susto grave, sólo breves pero intensos.

Esto me hace pensar que sí, el agua me da miedo pero esta frase tiene un significado muy genérico y no se cumple al 100% porque si yo misma me busco unas vacaciones cerca del agua es que mucho miedo no me da. No sé si me explico.

No lo entiendo bien ni yo.

Y con 33 años decido que ya es hora de dar el paso

Creo que fue hace 4 años (os recuerdo que soy muy mala para las fechas y no tengo ningún disco relacionado con ésta) cuando me operé de la vista. Ahora no necesito gafas para nada y eso anima mucho para según qué actividades. Ésta es una de ellas.

Soy un poco lenta porque bien podía haberme apuntado antes pero bueno, estoy segura de que cada cosa tiene su momento y lo mío con lo de nadar es ahora que me he visto fuerte para probar y tampoco es que estuviera animadísima, digamos que me he obligado sin más.

Así que me compré unas chanclas, un bañador (el que tenía a los 10 años no me sirve, qué raro) y la verdad, el momento más emocionante fue el de preparar el neceser para el vestuario :) eso por supuesto podéis verlo aquí.

Cuando fui a apuntarme me sudaban las manos. Lo juro. Pensé "con un poco de suerte no hay plazas y tengo q posponerlo unos meses". Pero sí. Había sitio.

La noche antes del primer día de cursillo estaba nerviosísima. Más de lo normal.
Al día siguiente, mientras desayunaba, me daban ganas de vomitar. A puntito estuve.
Caminaba hacia el polideportivo como una zombi pensando en el berenjenal en el que me había metido yo sola.

Por suerte en horario de mañanas no hay casi nadie por allí. Habrá unas 30 personas en total y gran parte de ellas son los jubilados del aquagym que están en la piscina pequeñita. Vamos, que casi parece que no hay nadie.

Lo mejor de esto es que no hay "griterío" que es algo que me angustia un montón: las voces chirriantes y los ecos que producen en un habitáculo tan grande y totalmente alicatado. Os pensáis que me tiro el moco pero a mí esto me agobia sobremanera. Cada uno con sus mierdas.

Por cierto, los productos que utilizan ahora para desinfectar han mejorado mucho, ya no huelen tanto a lejía. Al rato ni te acuerdas.

Pues nada. Que en el vestuario me encuentro con las 4 únicas mujeres que componen el curso, sólo un señor más completa la clase. 3 señoras y un paisano adorables que hacen lo que pueden bajo el agua, que no es mucho pero a mí me parecen superhéroes totales. Hay algunas personas más pero ya nadan algo y entonces te cambian al carril 2 o como se llamen las vías que dividen la piscina.

Lo primero que te preguntan es si sabes nadar "algo". Yo ya dije que no sabía nada y que además me daba miedo.

El primer día me metí sin demasiado miedo además el agua, además está calentica :) pero soy consciente de que con gente alrededor y más siendo sólo 5 alumnos en el cursillo ya sería raro que me pasase algo, así es fácil perder el miedo.

Me agarro de vez en cuando al bordillo pero la mayor parte del tiempo estoy tratando de nadar con ese estilazo de robot cortocircuitando que me define. Las monitoras se tienen que morir de risa, en fin. Yo también lo haría si me viera, eso seguro, pero bastante tengo con coordinar brazos, piernas y respiración y lo que es básicamente tratar de no morir.

Total que con churretes y tablas de corcho te vas ayudando para moverte un poco por el agua y ya si vas de lado a lado hasta parece que pilotas. A mí me tienen como la alumna aventajada, o sea, así de mal está el tema pero bueno, hay que tener en cuenta que ninguno de mis compañeros tiene menos de 65 años :D

La cosa rara que me pasó el otro día

Lo que han tratado de enseñarme estos días es a coordinar los movimientos: mover correctamente los brazos, las piernas, coger aire, explusar aire y esas cosas. El A B C de la natación.

La monitora, que no se parece en nada a los comandantes piscinas de antaño, insiste mucho (sin gritar y sin silbato colgando) en que respire de lado y coja mucho más aire pero es que me aterra meter agua en los pulmones, así que aunque trato de no hacerlo, cojo muy poquito aire y evidentemente se me acaba en seguida y en lugar de respirar me tiro 3 metros hiperventilando y claro, me agoto más por respirar a toda caña que por el ejercicio físico que estoy haciendo, es decir: me quedo sin aire fuera del agua. Casi como tú leyendo esto.

Noto como se me cansan las piernas, incluso noto cierto dolor en los brazos típico del esfuerzo físico, pero poca cosa, nada que me impida parar. Lo que me hace parar es que me quedo sin aire porque respiro como un perrillo histérico, incluso sin estar cansada.

Así cuando era pequeña y me tiraban a la piscina grande a morir yo le decía al cabrón del monitor "¡que me ahogo, que me ahogo!" y el pavo decía "¡qué va! ¡qué te vas a ahogar si te estoy viendo yo!" como si fuera estúpida. Ya sé que tengo la cabeza fuera del agua ¡¡Coño, que me ahogo fuera!!

Hijoputa.

Fue por esto que entendí que mi mayor traba en el agua es que no soy capaz de respirar tal y como lo hago naturalmente fuera de él y llegué a la conclusión de que controlando la respiración podría aguantar más tiempo en el agua practicando así la coordinación y finalmente coger confianza y lograr lo que viene siendo nadar.
Evidentemente no aspiro a ir a las olimpiadas pero estaría guay poder controlar eso.

El caso es que yo me veo que puedo moverme unos cuantos metros "fatalmente" pero puedo, entonces joer, entiendo que mucho miedo no me da ¿no? O sea, yo no siento miedo cuando estoy "medio nadando" entonces ¿porqué se me acelera la respiración?, ¿porqué soy incapaz de respirar tranquilamente?

Pues en la cuarta clase algo vió la monitora. Me mandaba llenar más los pulmones de aire y nah, no me salía. Imposible. Así que nos mandó a todos acercarnos al bordillo, y de pie, paralelos a la pared de la piscina, impulsarnos hasta tocar fondo para luego subir lentamente, y haciendo ese ejercicio fue cuando me pasó la cosa más rara e inesperada.

Cuántas veces habré jugado yo a impulsarme hacia el fondo y aguantar la respiración debajo del agua, pues mil. Pero tuvo que ser ayer y en un lugar de la piscina donde el fondo no está a más de 30cms de mis pies, para que al tratar de salir a flote me diese una ansiedad como nunca antes había sentido. Me parecía que la pared estaba lejísimos, que me quedaba sin aire (llevaría apenas 4 segundos bajo el agua) y necesitaba salir de allí YA. Lo intenté 3 veces, a la cuarta ya me notaba tembleque y tuve que dejarlo. Vamos, el canto de un duro me faltó para que se me saliesen las lágrimas allí mismo. Se me hinchó la garganta y casi no pude ni contestar cuando me preguntó si me había pasado algo de pequeña con el agua. "Siempre me dio miedo" le dije, porque si le tengo que relatar este pedazo de post nos quedamos todos arrugados como pasas.

Yo fui la primera sorprendida, no me esperaba para nada esa reacción y menos delante de desconocidos, porque en confianza soy muy llorona: lloro con 3 de cada 5 anuncios de la tele, y supongo que es esa misma hipersensibilidad la que hace que me de vértigo sumergirme para mirar la profundidad de la piscina. Pero sinceramente, estos días atrás me había visto fuerte en el agua y no me esperaba que me pasase esto.

La gente por supuesto, compañeros y monitora, fueron muy comprensivos. Incluso otra chica me preguntaba con mucho tacto en los vestuarios y se agradece poder comentar lo sucedido, a mí al menos me ayuda.

Luego en casa, mientras le contaba lo sucedido a "R" se me querían salir las lágrimas. Es que no me lo esperaba.

Al menos me queda el alivio de que en cuanto la monitora se dio cuenta de que pasaba algo nos mandó hacer un ejercicio muy concreto que fue lo que hizo clic en mí, así que supongo que es un problema conocido y habitual, lo que me hace pensar que tiene solución.

Supongo que hay casos como puñetazos. A mí me decían que en un par de semanas seguro que ya habría perdido el miedo y lo que ha ocurrido en este tiempo es que me he reencontrado con él. No sé cómo de confiada iré el próximo día y aunque me va a dar más miedo que estos días atrás creo que el descubrimiento ha sido un paso adelante, o eso quiero pensar.


Y felicidades a mi hermana Carmen, que hoy es su cumpleaños.
  • Love
  • Save
    4 loves 1 save
    Add a blog to Bloglovin’
    Enter the full blog address (e.g. https://www.fashionsquad.com)
    We're working on your request. This will take just a minute...