Un bostezo de aburrimiento escapó de Ariada, y sus pensamientos comenzaron a ir a la deriva a otro lugar. Estaba inquieta y no sabía por qué. Agachándose a la tierra, levantó su culo y se retorció con descontento, antes de inclinar la cabeza hacia atrás y olfatear el aire. Nada... Gracias a Las Excomulgadas