ESCAPADA DE INVIERNO PARA DOS

Las escapadas de invierno creo que son mis favoritas. Sin duda es cuando más necesito romper con la rutina y estirar las horas de luz. Y para eso nada como levantarse justo cuando la luz despierta, aunque como en esta última ocasión, el sol se resista a madrugar.

Viajamos cerquita de Ourense, a Laias. Justo en la orilla del río hay un balneario y decidimos pasar la noche allí. El alojamiento no es gran cosa, pero el entorno es de lo bueno lo mejor.
El sábado visitamos Allariz y comimos en la taberna O Pepiño. La caldeirada de robaliza que me comí todavía me hace llorar. Comidiña casera y como la de las madres, de las madres de antes digo, porque yo soy madre y de caldeiradas de robaliza no tengo ni para empezar. Así que saquen la libreta y apunten porque este sitio bien vale una escapada para el solito.
Visitamos Ourense, disfrutamos de las instalaciones del balneario, aunque no somos mucho de balnearios... y al día siguiente, como os decía... madrugué.
Me encantaría que Fran me hubiese acompañado, pero prefirió aprovechar una excepcional mañana de domingo sin niños para dormir... Así que esta afición por las fotos madrugadoras, al menos por el momento, sigue siendo sólo mía...
Al salir del hotel pensé que más me hubiera valido quedarme en la cama porque la niebla era tan densa que apenas alcanzaba a verme los pies. Pero pensé también que ya que me había levantado y duchado, al menos podía darme un paseo y llenarme bien llenita de aire limpio para cargarme las pilas.
Así que empecé a pasear junto al río y poco a poco la niebla empezó a regalarme mi mejor momento fotográfico hasta la fecha.
Fuí muy capaz de hacer más de cien fotos durante aquel paseo. Cien fotos que forman una colección de cien momentos con el alma llena de aire limpio y que cada vez que los repaso vuelven una y otra vez a cargarme las pilas. Soy una suertuda, qué le vamos a hacer... ;)

Imaginé una foto, la ví y la hice. Y al volver Fran me preguntó si había tenido suerte. Mucha le dije pensando en esta foto:

Y eso que entonces todavía no sabía que con ella iba a ganar una pedrea de #retogorditoHC. Mil gracias por esa pedrea que pienso aprovechar muy mucho aprendiendo de lo lindo en vuestra escuela de creatividad.

Disfruté mucho esa mañana. Y después de desayunar nos fuimos a un monte cercano a visitar el castro de San Cibrao de Las. La sensación de visitar un sitio así los dos solos fue sobrecogedora.
Desde bien pequeña me encantan los castros. Pensar que esas fueron las primeras casas gallegas me hace sentirme muy pequeñita pero a la vez poderosa por poder tocar las mismas piedras que los celtas pero con distintas manos. Soy una ñoña, pero me encanta la historia antigua, qué queréis? ;)

Nuestras escapadas son breves, poco más de 24 horas, poquito más... Pero a fuerza de estirar cada minuto al final cundió lo suficiente como para que nos diese tiempo a echar de menos a los peques.

Hace bien poco os hablaba aquí de lo necesario que es buscar tiempo para recuperarnos. Ese fin de semana lo hicimos, sola y en pareja, como me gusta hacerlo, como nos gusta.
Besos y hasta pronto...

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