Restaurando una casita
Durante
nuestro viaje a Lisboa compramos una casita de esas que son pequeñas estanterías. Tuve una de niña y por eso cuando la vi decidí traérmela a pesar de que estaba muy viejita.
Aunque en las fotos no se aprecia el mal estado en el que se encontraba, tuve que desmontarla practicamente entera para luego volverla a montar a base de martillo y clavos.
Mi intención era lijar la madera y luego volver a darle una capa de barniz del mismo color. Sin embargo no pudo ser. Las tablas estaban demasiado estropeadas, tenían pegamento, trozos de otros colores y hasta papeles pegados que no fui capaz de sacar ni con la lijadora eléctrica.
Así que finalmente tuve que dejar de lado los barnices y abandonarme al maravilloso mundo del chalkpaint.
En cuanto tomé la decisión de pintar de blanco todo fué coser y cantar.
Decidí darle un par de manos de pintura para que cubriera bien y una vez seca pasé la lijadora por algunos sitios sin ningún orden para conseguir darle un aspecto viejo y decapado.
Quedó tan bien que finalmente ayer la puse en nuestro salón.
La tarde estaba muy gris, ayer no paró de llover, y por eso las fotos no tienen la luz que me hubiese gustado.
Cuando compramos la casita por el módico precio de 2 € en
Feira da Ladra, nunca pensé que se iba a convertir en una de mis más preciadas posesiones... ;)
Redecorar el salón poco a poco se está convirtiendo en mi pasatiempo favorito. Todavía quedan cosas por hacer, pero creo que ya he tomado todas las decisiones y estoy deseando ver el resultado final.
Aunque como me lo siga tomando con la calma habitual a este paso, igual el año que viene... ;)
Mil besos, feliz lunes y hasta pronto...
P.D. Millón de gracias a mis queridas Eva y Carol de
HADAS Y CUSCÚS, sin sus sabios consejos mi casita favorita estaría seguramente en la basura a estas alturas... ;)
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